viernes, 19 de diciembre de 2014

MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO TOMO II



TOMO II
“YO SOY EL PAN DE VIDA”
San Juan 6,48

       Cuando los israelitas en su peregrinar por el desierto tuvieron hambre, Dios les proveyó un alimento al que llamaron “maná” (Éxodo 16,14-36).
         Historiadores bíblicos dicen que eran aves (codornices), que Dios les hacía caer al lado de ellos. Otros han interpretados que era un alimento que encontraban en la tierra, parecido a la escarcha.

         PERO DIOS HA VENIDO AL MUNDO.
Aunque haya dicho, “Mi reino no es de este mundo” Sin embargo dijo: Que Dios vino a su mundo, pero “los suyos” no lo reconocieron.
No lo “reconocieron”, es igual a: No lo “aceptaron” como al Hijo de Dios, que vino a los suyos, suyos porque todos los seres humanos somos creación del Padre, y su espíritu es el que conforma nuestra unidad humano espiritual.

         Cuando Jesucristo ya estaba en la tierra predicando, la gente hablaba que ellos provenían de  antepasados, sus verdaderos padres.
         Entonces Jesús dijo a la gente: “Sus antepasados comieron el maná en el desierto, de todas maneras murieron” (San Juan 6,49).
         Y ahora les dice “Yo mismo soy el Pan vivo que bajó del cielo” (San Juan 6,51).
         Nótese bien que Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo, que bajó del cielo”. Este es el Pan espiritual, (que se nos ofrece para comer). Iremos viendo en el transcurso de esta escritura.

         El que bajó del cielo, es el Hijo espiritual de Dios, es la Palabra de Dios es el Verbo de Dios, que encarnó y se hizo hombre, “Yo Soy” que significa el Ser, la Vida. Por eso así se hizo llamar cuando moisés le preguntó a Dios, cómo es su nombre, Que le respondió: “YO SOY” ES MI NOMBRE. (Génesis 3,14).
         Este es Dios, su Palabra, que se personificó como Hijo.
Esta Palabra – Hijo y Dios, siempre “eran Uno” en el principio. (S. Juan 1,1).

         Por medio de su Palabra Dios creó todas las cosas, visibles e invisibles, el gran Universo físico, lo que podemos ver y conocer a través de las informaciones científicas.

         Así también creó, lo que no podemos ver, el Universo espiritual.
Es otro mundo o plano de vida, donde existe el origen de la Fuente de Vida, Dios, y  todos los seres espirituales que también creó por medio de su Hijo: los ángeles, y sus correspondientes reinados.
Y Dice la Palabra: “Y nada de lo que ha sido hecho, sin él fue hecho” (ver S. Juan 1,3 y Colosenses 1,16).
Porque Dios quiso que en Cristo estuviera todo lo que Él es”.
(Colosenses 1,19)

Y ya en la tierra, el Hijo Único, la Palabra de Dios, encarnado en un hombre como nosotros es el que dijo: “Salí de la presencia del Padre para venir a este mundo” (S. Juan l6,28).
 
“Se hizo hombre para venir al mundo y vivir entre nosotros y con nosotros”
(S. Juan 1,14).

YO SOY LA VIDA
         El Padre que me envió tiene vida, y yo vivo por Él. De la misma manera, el que se alimenta de mí vivirá por mí” (S. Juan 6,57).

         Para comprender el texto antes citado Jesús presentó un ejemplo, dijo:
         Yo soy la vid, y ustedes darán frutos si siguen unidos a mí, que soy la planta. El que no está unido a mí, no se alimenta y se secará, se cortará esa rama para ser quemada S. Juan 15,1-6).

         Entre ambos textos encontramos a Dios Padre,  la  Fuente de toda vida, el Hijo vive por Él, y nosotros por el Hijo, y el que se separa del Hijo, se separa de la Fuente de toda vida, que mana a través del Hijo.  Es así como explica el evangelista Juan.

         EL CUERPO ESPIRITUAL DE CRISTO,
         ES EL PAN VIVO.
         El pan que yo daré es mi propio cuerpo; El que come de este Pan vivirá para siempre; Lo daré por la vida del mundo” (S. Juan 6,51)

         Cuando dice: “Yo mismo soy el Pan que bajó del cielo
Está hablando del Ser divino que vive en Él. Es la segunda Persona de Dios Padre, bajado del cielo, y encarnado en el hijo humano, Jesús (Ver Colosenses 1,15).




       Intentaba Jesús por todos los medios hacerles entender a las gentes de su entorno que sus palabras eran divinas y no humanas.
         Que Él, cuando les hablaba del pan, se trataba del “Pan espiritual”.
Aunque no me crean a mí, crean en las cosas que hago, para que sepan de una vez por todas, que el Padre está en mí y yo estoy en el Padre”. (S. Juan 10,28)
         Relatan las escrituras, diciendo que Jesús para dar énfasis a sus palabras, se dirigió a ellos de esta manera:
         Jesús dijo con voz fuerte: “El que cree en mí no cree solamente en mí sino también en el Padre que me envió” (S. Juan 12,44-46).

         NI SUS APÓSTOLES HABÍAN 
         CAPTADO AÚN SU DIVINIDAD

Fue difícil aún para aquellos hombres, sus apóstoles, comprender con certeza, que Jesús humano, "el hijo del carpintero”, tenga que ser aquella Persona Que Dios había elegido para poder a través de Él dirigirse al mundo, Decirles que Dios el Padre les ama y está con ellos, y pedirles que también se amen unos a otros, como Él les amaba.
         Y porque no creían aún, les pidieron que por una señal les demuestre que el Padre estaba en Jesús. (S. Juan 14,8-10 y ss.).

         Por un lado era necesario poner a prueba la fe de ellos, como es puesta la nuestra, “creer” que Jesús es divino, como sus hechos y sus palabras.

Referencias:
El que cree en mí, cree en mis enseñanzas, y lo que yo enseño no es mío, sino de mi Padre que me envió”.
Y el que me ama hace caso de lo que yo digo, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él”.  San Juan 14,8-12 y 14,23-24).

JESÚS EXPLICÓ SOBRE EL PAN ESPIRITUAL
         Esta es la comida que el Hijo del Hombre les dará---- no trabajen por la comida que se acaba, sino por la que dura
         -Cuál es, le preguntaron.
         Les respondió Jesús: “Lo que Dios quiere que hagan es que crean en el que Él ha enviado” (S. Juan 6,27-29)
El que cree en mí no cree solamente en mí sino en mi Padre que me envió
(S. Juan 12,44).

         LA VIDA EN EL REINO
La vida espiritual de los que están en el plano espiritual llamado “cielo” y a donde deberemos volver los humanos, después de morir el cuerpo, allí ya no podemos participar de las cosas materiales o físicas. Y como es una vida espiritual, nuestro alimento para allí también debe ser espiritual.
         El alimento para poder pasar a ese lugar lo debemos comer aquí, en la tierra  porque quizás se haya deteriorado, debilitado, no sabemos si por el “pecado” aquí cometido, o allá mismo.

 Nuestro espíritu, debe alimentarse y crecer para volver a compartir nuestra vida con Dios,  Dios mismo vino al mundo para traernos ese alimento en la Persona de su Hijo Jesucristo. Para volver a nuestra verdadera casa,
Jesús dijo: “Porque mi cuerpo es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida” (S. Juan 6,55).
Como es propio de las enseñanzas de Jesús, sus palabras eran de significado espiritual.
La comida y bebida que presentaba y pedía que beban y coman eran y sigue siendo sus mandamientos: “Ámense los unos a los otros, perdónense, compréndanse, den de comer al hambriento”. Etc.

Pero las gentes del mundo no han podido comprenderlo de esa manera, ni se comprende hasta ahora. Se dice: “eso es una locura”
         Decían antes: “¿Quién puede hacerle caso?” (S. Juan 6,60).
Sabiendo Jesús lo que murmuraban, les dijo que podía hacerles una demostración maravillosa para que creyeran en sus palabras: “¿Qué pasaría entonces si vieran al Hijo del Hombre subir a donde estaba antes?”
(S. Juan 6,62).
Pero Jesús no estaba interesado en hacerles creer haciendo maravillas.
Él ya ha hecho muchas muestras, por medios de curaciones milagrosas, y resucitaciones,  para mostrarles que no era un hombre común.

Jesús reprendía y les hacía ver que lo que hacían era malo. Por eso lo odiaban.
         Él se expresó así: “A mí me odian porque les hago ver claramente que lo que hacen es malo” (S. Juan 7,7)
Y no se acercan a la luz para que no se descubra lo malo que hacen” S. Juan 3,20).
Porque antes de esto dijo: “Yo soy la luz del mundo, y he venido para que no se queden en la oscuridad” (S. Juan 12,46; S. Juan 1,9-10; 8,18).
Como Jesús hablaba en sentido espiritual, se refería a esa luz que alumbra el alma, en donde está escondida la memoria de los pecados, y se mantienen en secreto. Porque no se pueden ver con los ojos humanos. Inclusive, muchas cosas que hemos hechos en el pasado, ya ha quedado en el olvido para nosotros.
Y por eso es la luz de Cristo que nos alumbra para ver lo que hemos olvidado.

PARA LAS NECESIDADES DE LA HUMANIDAD
ERA NECESARIO QUE JESÚS VENGA AL MUNDO.

         Para enseñar cómo vivir, para iluminar la oscuridad de las almas, enseñar así cual es la voluntad del Padre.
Entonces Dios en Jesús VINO A SU MUNDO.
         Vino a su propio mundo pero los suyos no lo reconocieron
(S. Juan 1,11).
¿Por qué su propio mundo?
         Porque toda la creación fue creada por Dios por medio de su Hijo. Así también todas las almas/espíritus que viven en cada ser humano. “Y nada de lo que ha sido hecho sin Él fue hecho” (S. Juan 1,3 y Colosenses 1,16) (citado más arriba).
Todas las almas/espíritus fueron creadas o salidas de la misma Fuente desde el principio en el reino mismo de Dios.
La Escritura explica, por medio de Juan, que en el principio fueron creados todos los seres espirituales, ángeles y sus reinados, (S. Juan 1,1)
         Por eso encontramos que aquí en la tierra también está parte del mundo de Dios.  
LA FAMILIA DIVINA
         Otro motivo por el cual Jesús venía al mundo fue para Decir a la humanidad en general que todos somos hermanos entre sí, hijos de un mismo Padre, que Jesús era el hermano mayor en el espíritu, (S. Mateo 25,31-46).
Vino a decirnos que formamos la filiación divina.

         Pero nunca la gente de este mundo, de aquella época hasta hoy mismo ha llegado a comprender esta verdad espiritual.
Porque si se hubiese comprendido,  nos hubiésemos tratado como tal. Pero cada uno creemos que somos seres independientes. No nos gusta compartir, amar al prójimo. Como enseña  Jesús por medio de la parábola. Pero en el mundo la guerra continúa también va en crecimiento las matanzas individuales, por asaltos.
El hombre, el joven y hasta niños no se dan cuenta que al matar a otro están matando a una parte de Dios que vive en esa persona.

Porque no aceptan las enseñanzas espirituales de Jesús – Dios, porque están todavía muy aferrado al mundo material – el materialismo.

Explica sobre esto S. Pablo: “Los que no son espirituales no aceptan las cosas que son del espíritu de Dios”, dicen: “Son tonterías”. “Porque son cosas que tienen que juzgarse (discernir) espiritualmente”. (1 Corintios 2,14)



Es el cuerpo espiritual de Cristo el que se debe comer.

Lo que Jesús quiere que se coma son sus mandamientos, dejado en sus enseñanzas. (Que ya está explicado más arriba).

Pero ya antes, en su época, los que les escuchaban decían: “Quién puede aceptar esto que nos dice; quién puede tragar, digerir”.

Y un grupo de gentes que no aceptaban, aquellas enseñanzas, se retiraban de Él” (S. Juan 6,66).



“EL ESPÍRITU ES EL QUE DA VIDA,

“El cuerpo no sirve de nada, y las cosas que yo les digo son verdades espirituales y dan vida. Pero todavía hay algunos de ustedes que no creen”. (S. Juan 6,63-64)

         No es que se desprecie el cuerpo, es esencial para que en él viva el espíritu, y por medio del cuerpo tenemos la oportunidad de demostrar nuestro amor por los demás, y así alimentar el espíritu que conforma nuestra vida.
         Explica S. Pablo: “Así como tenemos un cuerpo humano, el espíritu también posee su propio cuerpo y es glorioso” (1 Corintios 15,35 – 53)

         Cuando Jesús se transfiguró en presencia de tres de sus apóstoles,
Se les dejó ver solo  en cuerpo espiritual. La belleza era tal, que se llenaron de gozo, que le pidieron a Jesús permanecer ahí, por siempre.
(Ver en S. Mateo 17,1-4).
         En el reino del espíritu cada ser de allí, y nosotros cuando pasemos a ese lugar nos veremos cada uno con un brillo, y diferentes, unos más brillantes, otros menos.

Hay un librito como estos que también lo escribí con tanto amor, por la belleza de su contenido,
Ésta es su tapa pero solo en blanco 
 







JESÚS QUIERE COMULGAR CON NOSOTROS

         A través del libro del Apocalipsis Jesús presenta un escenario de nuestra vida cotidiana, para enseñarnos un mensaje espiritual.
         Él se nos ofrece para ser un invitado en “nuestra casa”.
Quién pudiera ser tan honrado como para que un Personaje como el hijo de Dios, entre en tu casa, se sienta en tu mesa y cenan juntos.
         Las figuras que se presenta para este escenario, para la actualidad es:
La casa que Jesús desea visitar, nuestra vida o persona de cada uno de los humanos. 
         La casa posee una puerta con llave, que es nuestro corazón que se abre desde adentro.
Se acerca Jesús a nuestra casa, llama a la puerta.  Solamente podrá entrar si la abrimos.
Por eso dice: “Yo llamo a la puerta, al que me abre, entraré en su casa, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3,20)
         Cenar juntos equivale a unirse espiritualmente. Mis pensamientos serán uno con los pensamientos de Jesús Y será como dijo S. Pablo:
Ya es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 3,20).
Cuando una persona se “une” con el Señor, los dos son uno en espíritu
(1Corintios 6,17).

Otra forma como Jesús describe la comida espiritual.

         Yo tengo algo que comer que ustedes no conocen” (S. Juan 4,32).
Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su trabajo
(S. Juan 4,35).
Nuevamente Jesús demuestra que comer su cuerpo no es un acto material, sino una predisposición interior.
Él dijo que “su comida” no es otra cosa que hacer la voluntad del Padre.
Y esta voluntad o mandamiento es: “Ámense los unos a los otros así como yo los he amado”.

         Y EL AMOR CONSISTE en:
 Perdonar, comprender, ser misericordioso, desear el bien a los que nos hacen mal, tener compasión, dar de comer al hambriento, no solo de pan se tiene hambre,  quizás más por escuchar la Palabra, o tus palabras de consuelo. Evitar el egoísmo,  la envidia, rencor, venganza.
         El que cumple con estos mandamientos “comulga” con Jesús, “cena con él”.
         Si la “comida entonces es cumplir con sus enseñanzas, las encontraremos tan difícil de cumplir, que diremos hoy como dijeron los contemporáneos de Jesús:
Pero todo esto es muy difícil de aceptar, quién podrá hacerle caso” “Esto yo no puedo comer, no digiero” “es comida pesada
         Quién podrá aceptar: El amar a su enemigo, o quién aceptará perdonar 70 veces 7, (esto significa siempre), o bendecir a los que te maldicen, y:
Lo que yo quiero es que den de comer al hambriento, que tengan compasión, que rompan las cadenas de la injusticia. (S. Mateo 12,7

Es comida muy pesada.

         Mucho más fácil será comer y beber de su cuerpo físico o en otras formas que lo representen.

Jesús dijo: “Si van a presentar su ofrenda al altar y te acuerdas que tienes algo contra tu hermano, vayan primero y reconcíliense, luego vuelvan al altar a presentar sus ofrendas” (S. Mateo 5,23)


         COMENTARIO SOBRE LA COMUNION CON CRISTO

         Cuando esta unión ocurra, LA “Unión en espíritu” con Dios en Cristo.
Que no se trata simplemente de una unión de sentimientos, aunque en principio es un buen síntoma para el que desea realizar la “unión real”.

            Para que se realice esta real unión, es necesario pedir a Dios en Cristo que entre en nuestra vida, Él siempre está llamando a nuestra puerta.
Y se va a realizar si existe un auténtico deseo, considerando que desea aceptar lo que implica esta unión.

            Cuando esto ocurra, que las cosas a hacer y palabras a decir, ya no son propias de la persona, que era. Sentirá que el deseo por hacer un bien o decir buenas palabras de consuelo, vienen del Espíritu Santo.

Por ende se sentirá el deseo de amar, de hacer feliz a los que vean en aflicción, sentirá el mismo dolor igual de los que ve que sufren, y es por este sentir que una persona tendrá el deseo de ayudar en lo que pueda, a aquel necesita, porque quien ayuda ya no es la persona, sino Cristo a través de la persona.
En esa situación que se encuentra la persona unida a Cristo, ya no necesitará esfuerzo para realizar tal o cual acto de ayuda, material o espiritual, porque el que estará realizando las obras, será Dios, en ti, así de sencillo es.
Y realizado una buena acción, sentirá el gozo que Dios mismo te hará sentir en tu corazón.

 Fin




BELLEZA, BELLEZA, Entre pausa y pausa de escribir, (copiando el contenido del librito que yo mismo he escrito, para publicar), vuelvo a leer todo o lo que falta por copiar y encuentro que simplemente es una belleza.
En este pequeño libro se encuentra lo esencial para saber lo que Dios quiere de nosotros, saber cuál es su voluntad, para merecer estar en su gracia. Y lo digo por mí mismo porque me recuerda lo que todos olvidamos, qué quiere Dios de nosotros. Y no es precisamente, porque bueno voy a hacer lo que no hacía etc. sino porque simplemente al escribir la Palabra de Dios, lo estoy escuchando de nuevo, y me está recordando lo que debo tener en cuenta para saber cómo debemos amar así como Dios quiere, o como debe ser.
Y simplemente eso, el recordar, escucharle de nuevo, te hace sentir feliz en el corazón.
         Ese es el mandamiento de Dios, para los católicos y no católicos “Amar”.