Librito 5º
Les
contestó: “Mi reino no es de este mundo”.
Jesús se
refería a ese mundo material o humano en el cual estaban sumergidos las gentes.
Pero si
aquellas gentes que lo apresaban hubiesen tenido conciencia de la presencia del
Dios espíritu que habitaba en sus vidas, y que Jesús era el hombre en quien
estaba presente Dios Padre en espíritu, para llegar al mundo, y comunicarles
esa verdad. Entonces no le hubiesen apresado. Porque si el mundo reconocía a
Dios Espíritu y que vivía en ellos, entonces identificarían a Jesús como uno de
ellos y no como su enemigo.
CREACION DEL
HOMBRE (LA HUMANIDAD)
Fue entonces creado el hombre de los mismos elementes de su mundo (la tierra).
El hombre está compuesto de minerales,
de todos lo que contiene la tierra, para que en ella habite. Por eso dice: “Del
mundo fuiste tomado o creado, y al mundo volverás” Terminado el tiempo que le
corresponde vivir en la tierra. (se refiere al cuerpo físico)
No solo para sobrevivir se le preparó
el mundo al hombre, sino para que también disfrute de las riquezas que en ella
hay.
Después que el hombre fue completando
su forma humana en sus funciones físicas, orgánicas y nerviosas etc. Dios, como
lo había tenido previsto, depositó en él un espíritu de vida, salido de Dios
mismo. Y fue el hombre un ser viviente (Génesis 2,7) “Un ser viviente en dos
naturalezas, humana – espiritual.
SU
NATURALEZA ESPIRITUAL
Antes que existiese el hombre como
humano, el espíritu que lo iba a habitar ya existía en el reino espiritual.
Esas entidades espirituales antes existentes fueron creadas o salidas de Dios
mismo ese espíritu salido de Dios por ser de Él mismo posee todo lo que es
Dios. Y luego por habitar en el hombre, fue considerado bíblicamente, un ser a
imagen y semejanza de Dios (Génesis 2,26).
LAS
ENTIDADES ESPIRITUALES EN EL CIELO (En el reino de Dios).
Muchos de esos espíritus creados ya
estaban destinados por Dios para venir a la tierra y cumplir una misión específica.
Porque así dice: “Todos los espíritus
fueron creado por Dios, y cada uno de ellos estaban con Dios y estaba
dispuestos a su servicio”.
Cada profeta
en la tierra era un espíritu que ha venido para cumplir una misión.
Dice el
profeta Isaías: “El Señor me llamó desde
antes que yo naciera” (Isaías 2,7).
Al profeta Jeremías le habla así: Antes
de darte la vida, ya te había yo designado a ser profeta”
Otra
traducción expresa: “Antes de formarte en el seno de tu madre, yo te designé a
ser profeta de las naciones (Jeremías 1,5).
Los profetas han reconocido a Dios como
su Padre espiritual y Creador del Universo. Lo admiraban orando con cánticos y
poemas, por las maravillas creadas, las que podían ver en la tierra, y los
astros del firmamento. Etc.
Entendían que la vida era el nacer en
el mundo de la tierra, y recibían con fe como una revelación de Dios a ellos
aquellas cosas tan novedosas, tales como
“Antes que te diera la vida” “Antes de nacer ya te conocía” que los repetían al
pueblo.
Indudablemente así tendrían que haber
entendido, porque sus culturas no estaban aún desarrolladas como para
comprender que les estaba hablando sobre su vida espiritual antes de
incorporarse a la humanidad.
ANTES QUE EL
MUNDO FUESE
San Pablo apóstol del “nuevo tiempo”
nos dice que “Dios nos amó desde antes que el mundo comenzara” (2 Timoteo 1,9).
Él, un apóstol elegido e iluminado por
la sabiduría de Dios, llegó a conocer que la vida espiritual que integra al
hombre, es un ciudadano del cielo, y que le corresponde estar en el Reino de
Dios, de donde ha venido, “porque esa es su casa” aclara. En otras palabras nos
explica “Nosotros somos ciudadanos del cielo (Filipenses 3,20), de ahí vinimos
y ahí debemos volver” (2Corintios 5,1-6).
Estas observaciones son solo para
documentar que la vida del espíritu que conforma al hombre, ya existía antes de
nacer el hombre como humano.
San Pablo podía informar con seguridad
muchas cosas de la vida del espíritu, y del Reino, porque tuvo la gracia de ser
elevado hasta lo más alto del cielo, en donde recibió revelaciones divinas,
algunas de ellas que nos hizo saber, otras que permanecen en secreto aún, para
nosotros. (2 Corintios 12,1-7).
EL
TERRITORIO HUMANO
Adelantándonos más en el tiempo,
observamos que desde que el hombre evolucionó, hasta ser consciente de su
existencia como un ser personal, con voluntad, marcó los límites de su
territorio. El mismo mundo, la tierra.
En el mundo se establecieron países,
estados con sus propios gobernantes, leyes y normas para que sus habitantes se
desenvuelvan con respeto mutuo y en armonía.
Las costumbres identifican a los
habitantes de cada territorio, los países.
Y cada país
tiene sus propias divisiones en ciudades, etc.
A pesar de todas estas divisiones de
comunidades. El hombre ha creado su propio concepto acerca de la vida, y de
cómo vivir en su mundo que lo rodea, muchas veces, inclusive sin importar las
leyes de sus propios países.
Considerando
que está escrito que toda autoridad en la tierra, han sido puestas por Dios, y
exige que todas personas se sometan a ellas.
Pero no se
respeta ni siquiera las leyes morales , ni religiosas, tampoco las leyes
divinas, que encierran todas las otras antes citadas, y que están escritas ya
en la mente o conciencia de cada uno, (Romanos…), y que están escritas para
mantener el orden, y la protección de cada ciudadano.
El hombre
individual o en grupo se excusa de estar necesitado económicamente
para
realizar actos delictivos y obtener así mucho dinero de una sola vez, en muchos
casos herir, o matar a un prójimo para robarlo. Etc.,
Sobre el derecho a autoridad, está
escrito en la Biblia, que Jesús le dice a Pilatos: “No tendrías ninguna autoridad
sobre mí si Dios no te lo hubiera dado” (S. Juan 19,11).
Existen muchas violencias en todos los
países del mundo, por diversos motivos.
Los habitantes de comunidades, en muchos casos se sienten
impotentes, no saben qué hacer para evitar ser violentados.
Tanto que ni
las mismas autoridades policiales, no los pueden contener.
Así se
observa cómo cada hombre se hace rey de su propia vida.
Aunque
muchos, por causa de sus violaciones, hayan estado encarcelados, cuando salen,
vuelven a realizar sus mismas actividades.
De esta manera el hombre es víctima de sí mismo. El ser
victimario se convierte en un sufrimiento para él mismo. Estas actitudes los
hacen ser discriminado de la sociedad.
Existen muchísimas familias de buena
conducta moral, social, espiritual religiosa, si podemos decir. Y los hijos son
bien educados, aparte de tener la educación más fuerte, que es el ejemplo de
los padres. Y muchos de estos hijos crecen y se forman con buena conducta, y
así sigue con los hijos de ellos, y los siguientes.
Pero hay
muchos casos en que, si estos hijos no
están bien fortalecidos en su fe a la buena educación, y se insertan en grupos
de amigos de mala fama, se convierten en uno como ellos, y desde entonces ya se
olvidan de su buena educación recibida, el buen ejemplo de sus padres, porque
si quieren permanecer con ese grupo de nuevos amigos, se deben ajustar a sus
costumbres. Puede que sean consumidores de drogas; o quizás se dedican a
asaltar en grupos. Y el realizar actos delictivos en grupo, te da más valor,
porque contás con el apoyo de los demás.
Es así como
está funcionando el mundo. Cada uno causa su propio dolor, y busca su alivio en
las drogas, y luego necesita más dinero para más droga, y se realiza más
asaltos, quizás hiriendo al asaltado o dándole muerte, que según las
estadísticas son muchos los casos. Luego se embriagan, porque se autodenomi-
nan
“libres”.
Hay escritores de libros que juzgan a Dios de ser dictador,
porque establece leyes.
Pero las leyes son solo para mantener
el orden la armonía, la paz entre todos.
En muchos casos hay quienes ya son padres
y madres, y están privados de su libertad, si antes de cometer delito, hubiesen adoptado
seguir las instrucciones que dictan la ley de Dios, y de la ley de la sociedad
civil, habrían estado en otra situación de conciencia.
Pero tal parece que a la mayoría les
gusta hacer violencias, y para tener más valor se embriagan y asesinan, Y si a
ellos les gusta realizar violencias, al
público observador también les gusta observar violencias, ya no hay emoción si en los
noticieros de TV no se ve accidentes, asaltos, crimen.
A la misma prensa
de TV no les gustará pasar un mensaje bíblico en vez de un asesinato, o
incendio, etc., porque el mismo televidente lo que quiere ver es
acuchillamiento, trompadas, muertes, peleas (en especial en las canchas de
futbol, ya es costumbre. También es delicia ver por TV accidentes
automovilísticos; autos achicharrados, o que se incendian, eso da gusto y los
que cometen esos hechos violentos se
embriagan para no ser consciente de lo que le pueda pasar y viajan a alta
velocidad. Ni les importa los daños que
pueda causar a terceros que nada tienen que ver con el estado de su euforia por
conducir a alta velocidad.
Desde tiempo atrás ya se hace costumbre
las peleas entre niños escolares y estudiantes secundarios, graban en vídeo y pasan a
las redes de internet, La TV retransmite eso, y otros niños ven y quieren hacer
lo mismo, y lo hacen y sigue, sin parar. Y la TV sigue retransmitiendo esos
hechos porque a los televidentes les gusta. Ya hubo una crítica al respecto, de
una señora, decía que pasar esos hechos por TV es igual que incitar a la
violencia.
Un amigo de
16 años, me dijo: “este domingo juegan Olimpia-Cerro, “Mirá que puede haber
peleas” le dije, a lo cual me replicó “Y eso es lo que da gusto”.
¿Por qué la humanidad está viviendo
esta situación en donde hay víctimas y victimarios?
Se utiliza un adjetivo y su antónimo desde
el principio de la humanidad desarrollada, la “maldad” y la “bondad”, que uno
es bueno y otro que es malo, pero leyendo, se encuentra respuesta a estos
adjetivos.
Que la maldad no existe, es solo ausencia de la bondad, y la
bondad es la presencia de Dios, o podemos llamarlos para los que así prefieren
el “espíritu” de Dios, el “espíritu” de Dios es incluir en nuestro mundo el
amarse los unos a los otros. Pero muchos confunden el amor con sentimientos
afectivos, y también por supuesto atracción de aprecio o cariño por la otra
persona.
Amar con el Amor de Dios, es desear para el prójimo, o la
otra persona su bien, y no el mal.
En 1 de Corintios 15, explica Pablo lo que es el amor es igual a:
- No tener
rencor – envidia – odio – mentir - etc.
- Desear el
bien para el otro – perdonar – comprender – etc.
Hay tantas cosas que dice en este versículo, que se debe
leer.
Y este es el “espíritu”
de Dios que debemos tener en nuestro corazón para practicar, vivir.
Tener este espíritu de Dios en mi vida es igual a tenerle a Dios en mí.
Y si le tengo a Dios,
no voy a embriagarme para manejar a alta velocidad mi vehículo porque me
apeligro y también a los demás; no voy a clavarle con un cuchillo a alguien
para robarle dinero o algún objeto de valor que pudiera llevar consigo.
Porque es Dios mismo quien está actuando a través mío o tuyo. Y Dios que
es Bondad no puede hacer cosas malas.
Si persiste
el aumento de lo que nosotros llamamos “maldad en el mundo”, Dios no tiene la
culpa, sino nosotros que actuamos por nuestra cuenta, con la ausencia de Dios.
En la parábola de “El buen samaritano” te enseña que es Dios
mismo quien ayuda a un hombre herido y asaltado, a la vez que ese hombre, es
también Dios quien está con la necesidad que otro hermano con la presencia de
Dios en él se acerque a ayudarlo.
Y las desgracias ecológicas suceden,
por la ausencia de Dios en el mundo, es decir en los hombres mujeres y niños
del mundo, Si alabáramos en conjunto la humanidad, muchas desgracias se pudiera
haber evitado.
Cuando hay inundaciones los perjuicios
materiales y muertes humanas son numerosos. De igual manera cuando hay
incendios, las pérdidas son cuantiosas.
Pero Dios nos ofrece la oportunidad de
la restauración:
“Y si
mi pueblo que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca, deja su mala
conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la
prosperidad a su país” (2 Crónicas 7,14)
Pero el hombre es orgulloso, no se va a
humillar, ni orar, o buscar a Dios, es un poco difícil, porque la receta divina
antes citada, no es para uno solo, sino para el conjunto de la humanidad.
Y el hombre seguirá siendo rey de su
vida, y seguirá culpando a Dios de las desgracias.
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