TOMO
II
“YO SOY EL PAN DE
VIDA”
San Juan 6,48
Cuando los israelitas en su
peregrinar por el desierto tuvieron hambre, Dios les proveyó un alimento al que
llamaron “maná” (Éxodo 16,14-36).
Historiadores bíblicos dicen que eran
aves (codornices), que Dios les hacía caer al lado de ellos. Otros han
interpretados que era un alimento que encontraban en la tierra, parecido a la
escarcha.
PERO DIOS HA VENIDO AL MUNDO.
Aunque haya
dicho, “Mi reino no es de este mundo” Sin embargo dijo: Que Dios vino a su
mundo, pero “los suyos” no lo reconocieron.
No lo
“reconocieron”, es igual a: No lo “aceptaron” como al Hijo de Dios, que vino a
los suyos, suyos porque todos los seres humanos somos creación del Padre, y su
espíritu es el que conforma nuestra unidad humano espiritual.
Cuando Jesucristo ya estaba en la
tierra predicando, la gente hablaba que ellos provenían de antepasados, sus verdaderos padres.
Entonces Jesús dijo a la gente: “Sus antepasados comieron el maná en el
desierto, de todas maneras murieron” (San Juan 6,49).
Y ahora les dice “Yo mismo soy el Pan vivo que bajó
del cielo” (San Juan 6,51).
Nótese bien que Jesús dijo: “Yo
soy el pan vivo, que bajó del cielo”. Este es el Pan espiritual, (que
se nos ofrece para comer). Iremos viendo en el transcurso de esta escritura.
El que bajó del cielo, es el Hijo
espiritual de Dios, es la Palabra de Dios es el Verbo de Dios, que encarnó y se
hizo hombre, “Yo Soy” que significa el Ser, la Vida. Por eso así se hizo llamar
cuando moisés le preguntó a Dios, cómo es su nombre, Que le respondió: “YO SOY”
ES MI NOMBRE. (Génesis 3,14).
Este es Dios, su Palabra, que se
personificó como Hijo.
Esta Palabra
– Hijo y Dios, siempre “eran Uno” en el principio. (S. Juan 1,1).
Por medio de su Palabra Dios creó todas
las cosas, visibles e invisibles, el gran Universo físico, lo que podemos ver y
conocer a través de las informaciones científicas.
Así también creó, lo que no podemos
ver, el Universo espiritual.
Es otro
mundo o plano de vida, donde existe el origen de la Fuente de Vida, Dios,
y todos los seres espirituales que
también creó por medio de su Hijo: los ángeles, y sus correspondientes
reinados.
Y Dice la
Palabra: “Y nada de lo que ha sido hecho, sin él fue hecho” (ver S. Juan
1,3 y Colosenses 1,16).
“Porque
Dios quiso que en Cristo estuviera todo lo que Él es”.
(Colosenses
1,19)
Y ya en la
tierra, el Hijo Único, la Palabra de Dios, encarnado en un hombre como
nosotros es el que dijo: “Salí de la presencia del Padre para venir a este
mundo” (S. Juan l6,28).
“Se hizo
hombre para venir al mundo y vivir entre nosotros y con nosotros”
(S. Juan
1,14).
YO SOY LA VIDA
“El Padre que me envió tiene vida, y yo vivo
por Él. De la misma manera, el que se alimenta de mí vivirá por mí” (S. Juan 6,57).
Para comprender el texto antes citado
Jesús presentó un ejemplo, dijo:
“Yo soy la vid, y ustedes darán frutos si
siguen unidos a mí, que soy la planta. El que no está unido a mí, no se
alimenta y se secará, se cortará esa rama para ser quemada” S. Juan 15,1-6).
Entre ambos textos encontramos a Dios
Padre, la Fuente de toda vida, el Hijo vive por Él, y
nosotros por el Hijo, y el que se separa del Hijo, se separa de la Fuente de
toda vida, que mana a través del Hijo.
Es así como explica el evangelista Juan.
EL CUERPO ESPIRITUAL DE CRISTO,
ES EL PAN VIVO.
“El pan que yo daré es mi propio cuerpo; El
que come de este Pan vivirá para siempre; Lo daré por la vida del mundo”
(S. Juan 6,51)
Cuando dice: “Yo mismo soy el Pan que bajó del
cielo”
Está
hablando del Ser divino que vive en Él. Es la segunda Persona de Dios Padre,
bajado del cielo, y encarnado en el hijo humano, Jesús (Ver Colosenses 1,15).
Intentaba Jesús por todos los medios
hacerles entender a las gentes de su entorno que sus palabras eran divinas y no
humanas.
Que Él, cuando les hablaba del pan, se
trataba del “Pan espiritual”.
“Aunque
no me crean a mí, crean en las cosas que hago, para que sepan de una vez por
todas, que el Padre está en mí y yo estoy en el Padre”. (S. Juan 10,28)
Relatan las escrituras, diciendo que
Jesús para dar énfasis a sus palabras, se dirigió a ellos de esta manera:
Jesús
dijo con voz fuerte: “El que cree en mí no cree solamente en mí
sino también en el Padre que me envió” (S. Juan 12,44-46).
NI
SUS APÓSTOLES HABÍAN
CAPTADO AÚN SU DIVINIDAD
Fue difícil
aún para aquellos hombres, sus apóstoles, comprender con certeza, que Jesús
humano, "el hijo del carpintero”, tenga que ser aquella Persona Que Dios
había elegido para poder a través de Él dirigirse al mundo, Decirles que Dios
el Padre les ama y está con ellos, y pedirles que también se amen unos a otros,
como Él les amaba.
Y porque no creían aún, les pidieron
que por una señal les demuestre que el Padre estaba en Jesús. (S. Juan 14,8-10
y ss.).
Por un lado era necesario poner a
prueba la fe de ellos, como es puesta la nuestra, “creer” que Jesús es divino,
como sus hechos y sus palabras.
Referencias:
“El
que cree en mí, cree en mis enseñanzas, y lo que yo enseño no es mío, sino de
mi Padre que me envió”.
“Y el
que me ama hace caso de lo que yo digo, y mi Padre y yo vendremos a vivir con
él”. San Juan 14,8-12 y
14,23-24).
JESÚS EXPLICÓ SOBRE EL PAN ESPIRITUAL
“Esta
es la comida que el Hijo del Hombre les dará---- no trabajen por la comida que
se acaba, sino por la que dura”
-Cuál es, le preguntaron.
Les respondió Jesús: “Lo que Dios
quiere que hagan es que crean en el que Él ha enviado” (S. Juan 6,27-29)
“El
que cree en mí no cree solamente en mí sino en mi Padre que me envió”
(S. Juan
12,44).
LA
VIDA EN EL REINO
La vida espiritual de los que están en el plano espiritual
llamado “cielo” y a donde deberemos volver los humanos, después de morir el
cuerpo, allí ya no podemos participar de las cosas materiales o físicas. Y como
es una vida espiritual, nuestro alimento para allí también debe ser espiritual.
El alimento para poder pasar a ese
lugar lo debemos comer aquí, en la tierra porque quizás se haya deteriorado, debilitado,
no sabemos si por el “pecado” aquí cometido, o allá mismo.
Nuestro espíritu, debe alimentarse y crecer
para volver a compartir nuestra vida con Dios, Dios mismo vino al mundo para traernos ese
alimento en la Persona de su Hijo Jesucristo. Para volver a nuestra verdadera
casa,
Jesús dijo:
“Porque
mi cuerpo es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida” (S. Juan
6,55).
Como es
propio de las enseñanzas de Jesús, sus palabras eran de significado espiritual.
La comida y
bebida que presentaba y pedía que beban y coman eran y sigue siendo sus
mandamientos: “Ámense los unos a los otros, perdónense, compréndanse, den de comer al
hambriento”. Etc.
Pero las
gentes del mundo no han podido comprenderlo de esa manera, ni se comprende
hasta ahora. Se dice: “eso es una locura”
Decían antes: “¿Quién puede hacerle caso?”
(S. Juan 6,60).
Sabiendo
Jesús lo que murmuraban, les dijo que podía hacerles una demostración
maravillosa para que creyeran en sus palabras: “¿Qué pasaría entonces si vieran al
Hijo del Hombre subir a donde estaba antes?”
(S. Juan
6,62).
Pero Jesús
no estaba interesado en hacerles creer haciendo maravillas.
Él ya ha
hecho muchas muestras, por medios de curaciones milagrosas, y
resucitaciones, para mostrarles que no
era un hombre común.
Jesús
reprendía y les hacía ver que lo que hacían era malo. Por eso lo odiaban.
Él se expresó así: “A mí
me odian porque les hago ver claramente que lo que hacen es malo” (S.
Juan 7,7)
“Y no
se acercan a la luz para que no se descubra lo malo que hacen” S. Juan
3,20).
Porque antes
de esto dijo: “Yo soy la luz del mundo, y he venido para que no se queden en la
oscuridad” (S. Juan 12,46; S. Juan 1,9-10; 8,18).
Como Jesús
hablaba en sentido espiritual, se refería a esa luz que alumbra el alma, en
donde está escondida la memoria de los pecados, y se mantienen en secreto.
Porque no se pueden ver con los ojos humanos. Inclusive, muchas cosas que hemos
hechos en el pasado, ya ha quedado en el olvido para nosotros.
Y por eso es
la luz de Cristo que nos alumbra para ver lo que hemos olvidado.
PARA LAS
NECESIDADES DE LA HUMANIDAD
ERA
NECESARIO QUE JESÚS VENGA AL MUNDO.
Para enseñar cómo vivir, para iluminar
la oscuridad de las almas, enseñar así cual es la voluntad del Padre.
Entonces
Dios en Jesús VINO A SU MUNDO.
“Vino a su propio mundo pero los suyos no lo
reconocieron”
(S. Juan
1,11).
¿Por qué su
propio mundo?
Porque toda la creación fue creada por
Dios por medio de su Hijo. Así también todas las almas/espíritus que viven en
cada ser humano. “Y nada de lo que ha sido hecho sin Él fue hecho” (S. Juan 1,3 y
Colosenses 1,16) (citado más arriba).
Todas las
almas/espíritus fueron creadas o salidas de la misma Fuente desde el principio
en el reino mismo de Dios.
La Escritura
explica, por medio de Juan, que en el principio fueron creados todos los seres espirituales,
ángeles y sus reinados, (S. Juan 1,1)
Por eso encontramos que aquí en la
tierra también está parte del mundo de Dios.
LA FAMILIA
DIVINA
Otro motivo por el cual Jesús venía al
mundo fue para Decir a la humanidad en general que todos somos hermanos entre
sí, hijos de un mismo Padre, que Jesús era el hermano mayor en el espíritu, (S.
Mateo 25,31-46).
Vino a
decirnos que formamos la filiación divina.
Pero nunca la gente de este mundo, de
aquella época hasta hoy mismo ha llegado a comprender esta verdad espiritual.
Porque si se
hubiese comprendido, nos hubiésemos
tratado como tal. Pero cada uno creemos que somos seres independientes. No nos
gusta compartir, amar al prójimo. Como enseña Jesús por medio de la parábola. Pero en el
mundo la guerra continúa también va en crecimiento las matanzas individuales,
por asaltos.
El hombre,
el joven y hasta niños no se dan cuenta que al matar a otro están matando a una
parte de Dios que vive en esa persona.
Porque no
aceptan las enseñanzas espirituales de Jesús – Dios, porque están todavía muy
aferrado al mundo material – el materialismo.
Explica sobre
esto S. Pablo: “Los que no son espirituales no aceptan las cosas que son del espíritu
de Dios”, dicen: “Son tonterías”. “Porque
son cosas que tienen que juzgarse (discernir) espiritualmente”. (1
Corintios 2,14)
Es el cuerpo espiritual de Cristo el
que se debe comer.
Lo que Jesús
quiere que se coma son sus mandamientos, dejado en sus enseñanzas. (Que ya está
explicado más arriba).
Pero ya
antes, en su época, los que les escuchaban decían: “Quién puede aceptar esto
que nos dice; quién puede tragar, digerir”.
“Y un grupo de gentes que no aceptaban,
aquellas enseñanzas, se retiraban de Él” (S. Juan 6,66).
“EL ESPÍRITU
ES EL QUE DA VIDA,
“El cuerpo no sirve de nada, y las
cosas que yo les digo son verdades espirituales y dan vida. Pero todavía hay
algunos de ustedes que no creen”. (S. Juan 6,63-64)
No es que se desprecie el cuerpo, es esencial
para que en él viva el espíritu, y por medio del cuerpo tenemos la oportunidad
de demostrar nuestro amor por los demás, y así alimentar el espíritu que
conforma nuestra vida.
Explica S. Pablo: “Así como tenemos un cuerpo humano, el espíritu también posee su propio
cuerpo y es glorioso” (1 Corintios 15,35 – 53)
Cuando Jesús se transfiguró en presencia
de tres de sus apóstoles,
Se les dejó
ver solo en cuerpo espiritual. La
belleza era tal, que se llenaron de gozo, que le pidieron a Jesús permanecer
ahí, por siempre.
(Ver en S.
Mateo 17,1-4).
En el reino del espíritu cada ser de
allí, y nosotros cuando pasemos a ese lugar nos veremos cada uno con un brillo,
y diferentes, unos más brillantes, otros menos.
Hay un
librito como estos que también lo escribí con tanto amor, por la belleza de su
contenido,
Ésta es su
tapa pero solo en blanco
JESÚS QUIERE
COMULGAR CON NOSOTROS
A través del libro del Apocalipsis
Jesús presenta un escenario de nuestra vida cotidiana, para enseñarnos un
mensaje espiritual.
Él se nos ofrece para ser un invitado
en “nuestra
casa”.
Quién
pudiera ser tan honrado como para que un Personaje como el hijo de Dios, entre
en tu casa, se sienta en tu mesa y cenan juntos.
Las figuras que se presenta para este
escenario, para la actualidad es:
La casa que
Jesús desea visitar, nuestra vida o persona de cada uno de los humanos.
La casa posee una puerta con llave, que
es nuestro corazón que se abre desde adentro.
Se acerca
Jesús a nuestra casa, llama a la puerta.
Solamente podrá entrar si la abrimos.
Por eso dice:
“Yo
llamo a la puerta, al que me abre, entraré en su casa, y cenaré con él y él
conmigo” (Apocalipsis 3,20)
Cenar juntos equivale a unirse
espiritualmente. Mis pensamientos serán uno con los pensamientos de Jesús Y
será como dijo S. Pablo:
“Ya es
Cristo quien vive en mí” (Gálatas 3,20).
“Cuando
una persona se “une” con el Señor, los dos son uno en espíritu”
(1Corintios
6,17).
Otra forma como
Jesús describe la comida espiritual.
“Yo tengo algo que comer que ustedes no
conocen” (S. Juan 4,32).
“Mi
comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su trabajo”
(S. Juan
4,35).
Nuevamente
Jesús demuestra que comer su cuerpo no es un acto material, sino una
predisposición interior.
Él dijo que “su
comida” no es otra cosa que hacer la voluntad del Padre.
Y esta
voluntad o mandamiento es: “Ámense los unos a los otros así como yo los
he amado”.
Y EL AMOR CONSISTE en:
Perdonar, comprender, ser misericordioso, desear
el bien a los que nos hacen mal, tener compasión, dar de comer al hambriento,
no solo de pan se tiene hambre, quizás
más por escuchar la Palabra, o tus palabras de consuelo. Evitar el egoísmo, la envidia, rencor, venganza.
El que cumple con estos mandamientos “comulga”
con Jesús, “cena con él”.
Si la “comida entonces es cumplir con
sus enseñanzas, las encontraremos tan difícil de cumplir, que diremos hoy como
dijeron los contemporáneos de Jesús:
“Pero
todo esto es muy difícil de aceptar, quién podrá hacerle caso” “Esto yo no
puedo comer, no digiero” “es comida pesada”
Quién podrá aceptar: El amar a su
enemigo, o quién aceptará perdonar 70 veces 7, (esto significa siempre), o
bendecir a los que te maldicen, y:
“Lo
que yo quiero es que den de comer al hambriento, que tengan compasión, que
rompan las cadenas de la injusticia. (S. Mateo 12,7
Es comida
muy pesada.
Mucho más fácil será comer y beber de
su cuerpo físico o en otras formas que lo representen.
Jesús dijo: “Si
van a presentar su ofrenda al altar y te acuerdas que tienes algo contra tu hermano,
vayan primero y reconcíliense, luego vuelvan al altar a presentar sus ofrendas”
(S. Mateo 5,23)
COMENTARIO SOBRE LA COMUNION CON CRISTO
Cuando esta unión ocurra, LA “Unión en espíritu” con
Dios en Cristo.
Que no se
trata simplemente de una unión de sentimientos, aunque en principio es un buen
síntoma para el que desea realizar la “unión real”.
Para que se realice esta real unión,
es necesario pedir a Dios en Cristo que entre en nuestra vida, Él siempre está
llamando a nuestra puerta.
Y se va a
realizar si existe un auténtico deseo, considerando que desea aceptar lo que
implica esta unión.
Cuando esto ocurra, que las cosas a
hacer y palabras a decir, ya no son propias de la persona, que era. Sentirá que
el deseo por hacer un bien o decir buenas palabras de consuelo, vienen del
Espíritu Santo.
Por ende se
sentirá el deseo de amar, de hacer feliz a los que vean en aflicción, sentirá
el mismo dolor igual de los que ve que sufren, y es por este sentir que una
persona tendrá el deseo de ayudar en lo que pueda, a aquel necesita, porque
quien ayuda ya no es la persona, sino Cristo a través de la persona.
En esa
situación que se encuentra la persona unida a Cristo, ya no necesitará esfuerzo
para realizar tal o cual acto de ayuda, material o espiritual, porque el que estará
realizando las obras, será Dios, en ti, así de sencillo es.
Y realizado
una buena acción, sentirá el gozo que Dios mismo te hará sentir en tu corazón.
Fin
BELLEZA, BELLEZA,
Entre pausa y pausa de escribir, (copiando el contenido del librito que yo
mismo he escrito, para publicar), vuelvo a leer todo o lo que falta por copiar
y encuentro que simplemente es una belleza.
En este pequeño libro se encuentra lo esencial para saber lo
que Dios quiere de nosotros, saber cuál es su voluntad, para merecer estar en
su gracia. Y lo digo por mí mismo porque me recuerda lo que todos olvidamos,
qué quiere Dios de nosotros. Y no es precisamente, porque bueno voy a hacer lo
que no hacía etc. sino porque simplemente al escribir la Palabra de Dios, lo
estoy escuchando de nuevo, y me está recordando lo que debo tener en cuenta
para saber cómo debemos amar así como Dios quiere, o como debe ser.
Y simplemente eso, el recordar, escucharle de nuevo, te hace
sentir feliz en el corazón.
Ese es el
mandamiento de Dios, para los católicos y no católicos “Amar”.