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Este es el 1º de los libritos que se irán publicando por eso los contenidos son extensos
Prefacio
Prefacio
Las cosas que pasan en el mundo
del hombre, presentan muchas
interrogantes
que no dejan de llamar la atención
por los cuestionamientos que se le
imputan,
haciendo germinar, cada vez, más dudas,
dejando en el olvido las primeras
educaciones de fe,
recibida de los padres, familiares y
maestros.
De ahí nace el objetivo
De preparar este material con las
Sinceras intenciones, que por lo
menos
en parte, pueda responder a las
inquietudes
que provocan en el hombre que duda,
el rechazo a las cosas divinas,
Dios, su Reino, las Sagradas
Escrituras,
en ellas: El Evangelio de Jesucristo.
Si la Biblia ha ocasionado estos
disturbios de fe en muchas personas,
veremos que con un deseado estudio,
y con la ayuda del Espíritu Santo,
podremos observar que ella misma,
es la que responderá a las
mencionadas
Inquietudes que han marchitado
nuestra fe tradicional.
Prólogo
La sagrada Palabra de Dios que fueron
iluminadas a los profetas y transmitidas de generación en generación, éstas
fueron recogidas en el Libro de los libros. En aquel entonces, en materiales
rústicos. Y con el correr de los años, se fueron transcribiendo de material en
material, mejorando su escritura, como así también su contenido espiritual,
actualizando cada vez más para el entendimiento más acercado para las gentes de
nuevas culturas, que se habrían estado cambiando de tiempo en tiempo.
Como la humanidad, habíamos estados ignorantes del proceso de
la creación, entonces, Dios ilumina a sus profetas en sus mentes, cómo deberían entender y
comunicar para que luego se escriban lo que habían escuchado de Dios.
Lo que los profetas habían recibido de Dios para comunicar de
generación en generación, se empezaron a escribir cuando esas palabras escuchadas
llegaron al conocimiento de los primeros hombres dispuestos, designados y con
materiales necesarios para escribir. Y ellos lo han relatado al nivel del
razonamiento humano, inclusive de los de las primeras épocas.
Y así está escrito en la Biblia, hasta
hoy:
Que: “Dios, por medio de su Palabra”
“dijo”: “Que se haga”, y “fue hecho” “Y nada de lo que ha sido hecho, sin su
Palabra fue hecho”.
(Génesis
1,3-26); (San Juan 1,1).
La tierra que estaba a oscuras porque estaba cubierta por
densa niebla, entendieron los hombres que entonces Dios dijo “Que se haga la
luz”.
Y la luz se visualizó sobre la tierra
cuando las nieblas se disiparon. Y es una realidad, para ellos, que ahí Dios hizo la luz. Aunque la luz, el sol ya
había existido al mismo tiempo que la tierra y los demás astros del Universo
físico.
Inclusive se sabe que la tierra fue
después que el sol, que fue un desprendimiento del sol, por eso la tierra era
ardiente y que posteriormente se fue enfriando, por la niebla que bañaba la
tierra para enfriarla para que puedan
nacer en ella los vegetales y primeros animales.
Pero se
conserva en el centro de la tierra ese fuego ardiente del sol, desde donde son expulsadas
las fuerzas de fuego para formar los volcanes. (Explican los científicos).
También dicen ellos que ocurrió una gran explosión desde un
punto equis llamado Big Bang, para que
desde ese centro de energía que explosionó, surgieran las materias físicas que
formaron los astros del gran Universo. Pero los científicos, aunque puedan ver
los astros del gran universo, no podrán ver ni saber cuál o qué fue la energía
que impulsó la gran explosión.
Entendemos que ese centro de Energía
desde donde nacieron todos los cuerpos “sin vida” (aparentemente) y los con
vidas como los que conocemos, esa es la Fuente de toda vida y “no vida” de todo
lo existente en el vasto Universo. Y Esa Fuente de energía autoexistente, según
la Biblia, como Persona que es se hizo llamar “Dios”, “Yo Soy el que Soy” “Ese
es mi nombre”, Así dijo a Moisés para que diga al pueblo de Egipto.
Porque
Moisés le preguntó: “¿Y si me preguntan, cómo se llama el que te envió, qué les
digo?”
Diles: “Yo Soy el que Soy,
me envió”.
Cualesquiera de nosotros aún teniendo los conocimientos
científicos, cada uno podrá imaginarse libremente
cómo pudo ser la creación, porque la imaginación es ilimitada. Pero aún así
nunca se podrá llegar al conocimiento total de la realidad, de cómo es Dios y
su Reino espiritual, porque los pensamientos de Dios están tan distante a los nuestros.
Que los compara:
“Así como están de alto están los cielos de la tierra, así de
alto están mis pensamientos al de ustedes” (Isaías 55,8-9).
Una explicación bíblica extensa y muy interesante podrán
encontrar en mi Blog jcbordon.blogspot.com , bajo el título “EL REINO
DE DIOS EN LOS CIELOS COMO EN LA TIERRA”.
Porque la
Infinita Sabiduría divina inspiró a los profetas y escritores para dejar
sentado en el Gran Libro, la Biblia, la forma y los motivos de la creación,
específicamente sobre nuestro mundo, para que lo podamos comprender en un
lenguaje sencillo acorde al entendimiento humano.
Resultado del estudio exhaustivo, de ese tema encontrarán en el Blog y el archivo mencionado más arriba
(en rojo).
EL MUNDO DEL HOMBRE
El mundo de la tierra fue creado y
preparado para que en ella habite el hombre, para que crezca y se desarrolle
humana y espiritualmente.
Estando el hombre por el mundo aún sin saber quiénes
eran, en un momento dado, el Espíritu de Dios les hizo consciente que eran
hombres con la presencia de su espíritu en ellos. Para este despertar, dice la
Biblia: “Que el hombre, recibió el soplo de su espíritu. (Génesis 1,26- 2,27).
“A su imagen y semejanza” porque fue
dotado de su espíritu, que posee las mismas características y cualidades de Dios,
sabiduría, inteligencia, amor, y voluntad para tomar decisiones propias. Bellas
virtudes, para expresarse mutuamente entre los hermanos.
Por tanto el hombre es un ser integrado por dos naturaleza,
la humana o física, y la espiritual, ligadas entre sí, se constituye en un solo
ser, por tanto inseparables. Y este
espíritu que lo conforma, es el espíritu de Dios, y en la Biblia quedó escrito,
que “El espíritu es el que da vida” Dijo Jesús (San Juan 6,63).
Pero el hombre percibe solo sólo su humanidad como vida, no
sabe o no quiere aceptar que también es un ser espiritual. Porque existen
ciertas normas de conducta en el mundo para la condición del hombre
espiritual.
Esas normas están escritas, también las enseñan los padres de
generación en generación. Además están escritas en el corazón de cada ser humano.
A pesar de todo, el hombre ha necesitado, instrucciones de
orden espiritual. Y para cumplir esa necesidad. Dios mismo se hizo
hombre en la persona de Jesucristo para venir al mundo, y estar entre ellos para
poder instruirlos
LA ELECCIÓN DEL HOMBRE
Pero el hombre se deleitó en el mundo,
por las satisfacciones humanas que le podía ofrecer y se separó de Dios.
Amó al mundo, que lo envolvió en la
oscuridad de su humanidad, “ciegos” sin poder ver más allá de sí mismo, olvidó
que también es un ser espiritual, cuerpo físico y espiritual, que su Padre Dios
le dio. (1Corintios 6,19-20)
“Jesucristo nos llamó para salir de la
oscuridad y entrar en su luz maravillosa”. (1Pedro 2,9).
MI REINO NO ES
DE ESTE MUNDO
CAPÍTULO I
LOS DEL MUNDO
Los hombres
que se habían identificado con el mundo y los placeres que en él realizaban,
las sagradas Escrituras la llama “El mundo”.
Dice Jesús a sus apóstoles, que ya se habían convertido a la
vida espiritual: “Por eso el mundo les odia, porque ya no son del mundo (S.
Juan 15,19)
[No pertenecer al
mundo, no significa el estar apartado de la comunidad humana, sino el apartarse
de sus actividades de pecado]
Las gentes del mundo odiaban a los
apóstoles
Ellos ya estaban considerados como “los
que son del espíritu”. Y los que son del espíritu viven según el espíritu de
Amor de Dios.
Conocemos por la historia que los apóstoles
y seguidores de Cristo eran perseguidos, apresados y torturados y asesinados.
Está escrito
en la misma Biblia.
Con mucho
detalle se puede leer la historia de los antiguos cristianos
perseguidos, En el Blog y Capítulo ya mencionado más arriba: “El Reino de Dios
en los cielos como en la tierra”. Esta historia se encuentra bajo el subtítulo
“La vida de
San Pablo” Todo con
referencias bíblicas.
DIOS EN
NOSOTROS
El espíritu
de Dios es el que conforma nuestra dual integración, cuerpo y espíritu.
Por eso
nosotros podemos vivir, porque el cuerpo físico solo es inerte. Sobre esta
realidad Jesús afirma: “El espíritu es el que da vida (S. Juan 6,63).
Pero el
hombre tiene la potestad de elegir vivir según el amor del espíritu de Dios que
vive en él o según su propia voluntad.
Porque el
mal no existe, le llamamos mal o malos por la ausencia de Dios.
Dios está
siempre presente en la persona, pero intencionalmente se lo deja de lado, para
actuar por su propia voluntad, (que sería hacer el mal).
EL PECADO
Las
actitudes por las que calificamos de malo y denominado como pecado con las que
se pueden dañar al hermano, serían: odio, rencor, envidia, egoísmo, codicia,
venganza, injusticias varias, falta de compasión, de comprensión, etc.
Son todos
estos los adjetivos que están ausentes en el que tiene Amor, que dice la Biblia.
El tener amor también es ser servicial, agrega el pasaje bíblico.
El amor
siempre existe en cada persona, porque es una virtud de Dios, y Dios siempre
está presente en cada uno de nosotros.
Dios Padre
que habla a través de la Persona de Jesús dice: “Cuando dieron de comer, de
beber a un prójimo, a mi me dieron” “Cuando visitaron a un enfermo”. A un preso
en la cárcel, a mi me visitaron” etc.
Por eso
debemos hacer un alto para pensar, meditar cuántas veces hicimos sufrir a Dios.
–Cuántas veces le negamos cuando nos ha pedido algo. Quizás solo un poco de
amor, cariño, quizás solo algunas palabras de consuelo a sus sufrimientos;
Darle cariño a un niño, a tu propio hijo.
Hay también
un archivo al respecto en el blog antes mencionado en con el título: “QUÉ MUCHO
TE HICE SUFRIR MI DIOS”.
Sobre estas situaciones de pecado en la
cual muchas veces nos encontramos sin poder salir de él, San Pablo recomienda:
“Por tanto hagan morir todo lo que hay
en ustedes que sea de este mundo”
“Dejen todas
estas cosas: enojo, pasión maldad, insultos, y todo lo que pueda decirse” “No
se digan mentiras unos a otros pues al ser bautizados ustedes ya fueron sepultados
con Cristo y así también fueron resucitados con él, porque creyeron en el poder
de Dios que lo resucitó de la muerte”. (Colosenses 3,5/ 3,8/ 2,12/).
LAS ALMAS DE
LOS HOMBRES PERDIDAS
Dios en el
principio de los cielos ha creado a los ángeles. Muchos ya en el cielo se han
apartado de Dios para hacer su voluntad, ellos decidieron venir a la tierra,
para complacerse en los pecados del mundo.
La
explicación muy clara de este tema se puede encontrar en el Blog
antes mencionado, en el Archivo: “El
reino de Dios en los cielos como en la tierra”.
Y también en
el archivo más leído, “El hijo pródigo” por eso se posiciona
automáticamente al principio, de ENTRADAS POPULARES.
DIOS QIZO RESCATAR A
SUS HIJOS PERDIDOS
Para cumplir
esa misión, Dios Padre, (su Espíritu) encarnó en el mundo en un hombre como
nosotros, Jesucristo hombre (San Juan 1,14).
Para
llevarlas a su verdadera casa, (nuestra verdadera casa) (Filipenses 3,20-21)
(2Corintios
5,1-7)
Vino Dios,
en la Persona de su Hijo Jesucristo, y quien les hablaba no era solo el hijo
del carpintero como le decían, sino Dios mismo, y para demostrarlo tuvo que
hacer muchos milagros.
“YO Y EL
PADRE SOMOS UNO SOLO”
Jesús con sus palabras y obras estaba
demostrando al mundo que era el mismo Padre quien hablaba y realizaba las
obras, a través de Él (San Juan 14,10)
El Hijo único,
la segunda Persona del Padre, su Palabra, la que se hizo hombre, y vino a
nuestro mundo. Él siempre fue del Reino de Dios, porque estaba en Dios, y era
Dios (San Juan 1,1).
Por eso
dijo: “Mi reino no es de este mundo” (San Juan 18,36)
“Ustedes son de aquí
abajo pero yo soy de allá arriba, ustedes son del mundo pero yo no soy de “este
mundo” (San Juan
7,7).
Pero Dios
como creador de todos los seres espirituales, no solo de los del cielo sino
también de los espíritus que habitan en los seres humanos que pueblan la
tierra, y en todo ser viviente. Jesús cuando vino afirmó: “Que el reino de Dios
ya está en nosotros”, y que podemos experimentarlo desde ya.
“Ya está en
nosotros” dijo, pero para sentirlo, debemos experimentarlo en una vida
espiritual.
Esto es,
como se dice, “tener la experiencia de Dios”.
Pero, y ¿cómo
es eso?
Sería, una
referencia, como lo que un hombre no podrá explicar lo que una madre siente ser
madre. Que llega a experimentar una mujer cuando llega a esa condición.
Solamente la experiencia te puede
llevar al pleno conocimiento.
Explica S. Pablo “Que el reino de Dios no se
experimenta por las satisfacciones o placeres que se recibe a través de los
sentidos físicos, sino que es una vida de rectitud, paz, alegría, que por medio
del Espíritu Santo que está en nosotros podemos recibir en armonía con los
hermanos. Así se agrada a Dios, y es aprobada por la gente”. (Romanos 14,17-18).
Ese sentimiento del reino en el
espíritu, es una sensación de paz, y gozo en nuestro interior.
“Dios es Amor, y el que amó vivió en
Dios y Dios en él”
(1 Juan 4,16).
Y las satisfacciones materiales y
emocionales que podemos recibir. Viene por añadidura.
“Pero una persona se une al Señor, los
llegan a ser uno solo en espíritu” (1Corintios 6,17).
Pero hay un obstáculo para las cosas del
espíritu:
“Pues como no creen. El dios de este
mundo los ha hecho ciegos de entendimiento”… (2 Corintios 4,4).
A este texto
se relaciona el siguiente: “El que no es espiritual, no acepta las cosas que son del espíritu de
Dios. Para él son tonterías, no las puede entender. Porque son cosas que deben
discernirse espiritualmente” (1 Corintios 2,14).
“Pero cuando una persona se llega a
unir al Señor, los dos llegan a ser uno solo en espíritu” (1Corintios 6,17). Y así se va
llegando a experimentar la experiencia de Dios.
“Así esa persona ya no está sujeta a
vivir sujeto a las costumbres y reglas de este mundo” (Romanos 12,2).
Se siente en
condiciones de amar incondicionalmente, así como Dios nos amó, en Cristo Jesús.
Para alcanzar esta altura espiritual,
dice S. Pablo que “es necesario el ejercicio en la devoción a Dios” (1 Timoteo 4,7-8).
Si esto ocurriese en cada uno de
nosotros, diría Jesús:
“Mi reino está también en este mundo”.
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II